Página 19 - Mar de Vigo

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Pronto nos encontraremos con la Concatedral de Santa María, el
principal templo de la ciudad. Desde este punto podemos elegir
tres caminos.
El primero de ellos es bajar por la plaza de Juan de Villavicencio
y el Mercado de A Pedra. Aquí se daban cita, en el pasado,
estraperlistas, contrabandistas y todos cuantos buscaban en el
mercado negro lo que la escasez de la posguerra no proporcionaba.
Hoy día ha perdido ese halo de misterio y clandestinidad, pero
puede ser un buen lugar para hallar productos típicos y de
importación. A sus pies, y antes de abandonar por el norte el Casco
Vello, se encuentran las “ostreiras” que, con hábiles manos y diestro
cuchillo, tardan menos en abrir las ostras que sus muchos clientes
en comérselas. Los bares de alrededor proporcionan la bebida,
asiento y otros productos típicos.
En la calle de A Laxe, en sus inmediaciones, están las “pulpeiras”.
Porque ningún paseo es comparable con el que permite degustar
los platos típicos.
Pero había dos caminos más
en el cruce que dejamos a las
puertas de la Concatedral. El
segundo es el que toma todos
los años, el primer domingo
de agosto, la procesión más
concurrida de Galicia. La que
se hace en honor al Cristo de
la Victoria. Debe su nombre a
la victoria sobre los franceses,
en 1809, pero la imagen es
anterior. La leyenda dice
que apareció ɐotando en el
mar y un barco la recogió.
Por eso también recibe el
sobrenombre de Cristo de
la Sal.
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