Vestigios de la muralla en O Castro
Aquellos vigueses primigenios vivían en pequeños poblados, como
el que se puede visitar en la ladera de O Castro. El estilo de vida
cambió con la llegada de los romanos. Además de poblados los
romanos construyeron salinas y las explotaron para hacer salazones
de pescado; la riqueza producida por esta actividad y el comercio
permitió ediɏcar lujosas villas; en ellas, los hombres más poderosos
gozaban de todo tipo de comodidades, incluyendo agua caliente
y calefacción. Podemos hacernos una idea de la vida en esa época
visitando la villa romana de Mirambell, en Canido y las salinas
halladas en la calle Rosalía de Castro. A los romanos les debemos
también el nombre de la ciudad: vicus, la aldea.
Vigo seguirá siendo una pequeña aldea durante la Edad Media.
En esa época aparecen los núcleos de población que hoy son las
parroquias rurales de Vigo: Bembribe, Coruxo, Castrelos..., en las
que se construyen pequeñas iglesias románicas. Sin embargo, el
mayor monumento que existe del Vigo medieval, no es de piedra,
sino de pergamino. Se trata
de las “Cantigas de Amigo”,
de Martín Códax, el primer
testimonio escrito de la
lírica trovadoresca gallego-
portuguesa: “Ondas do mar
de Vigo, /se vistes meu
amigo/ e hai Deus se verrá
cedo?...”
Tras los romanos, llegaron otros muchos pueblos, y no siempre
con buenas intenciones. Los saqueos son frecuentes en toda la
ría y seguirán siéndolo hasta bien entrado el siglo XVII: vikingos,
normandos...
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