Justo enfrente de la entrada al puerto pesquero de Vigo está el Kiosco de las Almas Perdidas. Esta taberna acogía en el siglo pasado a artistas y bohemios que no dormían la noche y a trabajadores que madrugaban tanto, que el amanecer los hallaba tomando el café con gotas de después de comer; café o “Sol y sombra”, combinado capaz de evaporar la peor mojadura de un temporal atlántico; o la desesperanza de una nueva reconversión naval de las que encarnó Luís Tosar en el cine.
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